Sexos en Jaque… Con Buen Rollo
Archivado en (Transversalidad) por PHILOCHESS el 02-02-2014
EL DIARIO DE LEONTXO (2 de febrero)
Anoche disfrutamos en el hotel La Caleta de La Batalla de los Sexos: ocho hombres contra ocho mujeres, casi todos grandes maestros, jugaron tres partidas rápidas sobre un tablero enorme instalado en el suelo del restaurante, y ambientado como un cuadrilátero de boxeo (excepto –y lo aclaro para los lectores más imaginativos- en la vestimenta, totalmente normal). Ganaron las mujeres (2-1), lo que me da la excusa perfecta para profundizar en el primer capítulo de mi libro.
Brian Callaghan con el equipo femenino en la “Batalla de los Sexos” © Sophie Triay
Además de muy divertido –la organización ya ha anunciado que potenciará esta fiesta en 2015 para convertirla en uno de los grandes atractivos del festival-, fue muy interesante ver desenfadados y alegres a sesudos grandes maestros y maestras, habitualmente muy serios, y algunos de ellos bastante tímidos. Quienes mantienen y alimentan la idea de que los ajedrecistas de alto nivel son tipos rarísimos y aburridos hubieran cambiado de opinión radicalmente anoche, observando cómo, por ejemplo, Maxime Vachier-Lagrave celebraba sus mejores jugadas al más puro estilo NBA.
El equipo masculino, comandado por Nigel Short © John Saunders
Tania Sachdev pone toda su capacidad en el juego © John Saunders
La prioridad era pasárselo bien. Pero, aún así, es bien sabido que casi todos los ajedrecistas son muy competitivos y huyen de las derrotas como de la peste (por ejemplo, Anatoli Kárpov no soporta perder, ni siquiera a las cartas), por muy festivo que sea el ambiente; de hecho, las normas prohibían la consulta verbal entre compañeros de equipo (cada jugador hacía un movimiento rotativamente) pero, por decirlo suavemente, los árbitros fueron tolerantes con ambos bandos, y se oían tremendos gritos de advertencia cuando alguien iba a cometer un claro error. Eso realza el mérito de la victoria femenina, quizá debida a que para ellas era más importante ganar, lo que a su vez enlaza con una de las notas características de este festival de Gibraltar: el organizador, Brian Callaghan, se ha empeñado siempre en invitar a varias de las mejores del mundo, con el fin de potenciar el ajedrez femenino.
Los chicos comienzan celebrando © John Saunders
Zhukova, Paehtz y Krush lucen preocupadas © John Saunders
Y aquí encaja mi libro (Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas; Editorial Crítica, 2013), que ya va por la quinta edición. Me han aconsejado que en la versión en inglés (pensando, sobre todo, en EEUU) cambie el “provocativo” título del primer capítulo (¿Por qué las mujeres juegan peor?) por otro más “políticamente correcto” (por ejemplo, ¿juegan peor las mujeres?). Bien, vaya por delante que cada vez que oigo o leo “políticamente correcto” saco las uñas y empiezan a hervirme los higadillos. Por ejemplo, me parece una estupidez llamar “afroamerican” a los negros y no “euroamerican” a los blancos o “asianamerican” a quienes proceden del continente más grande. Al parecer alguien se hizo un lío con la palabra nigger, que es muy despectiva desde la época de la esclavitud, y extendió ese prejuicio a black, que no es despectiva, como tampoco “negro” en español. Y a partir de ahí se han inventado esa mandanga de lo “políticamente correcto”.
Tania consulta a sus compañeras © John Saunders
“Es mi turno” parece decir Irina Krush © John Saunders
Bien, a lo que iba. Si entre los cien mejores del mundo sólo hay una mujer (Judit Polgar), es obvio que las mujeres, en general, juegan peor. Y es muy sorprendente porque todos –excepto los muy cafres- estamos de acuerdo en que ellas son tan inteligentes o más que nosotros, y la fuerza bruta no influye en el ajedrez (la resistencia sí, pero no justifica tanta diferencia). Una primera reflexión es que el número de mujeres practicantes es mucho menor, pero no tanto como para que sólo haya una mujer entre los cien mejores (hasta la irrupción de las tres hermanas Polgar, en 1988, no había ninguna entre los 500 primeros). Además, ¿por qué es mucho menor, incluso si lo comparamos con otros deportes?
Comienza la segunda ronda © John Saunders
Sachdev sale decidida a vencer © John Saunders
Quiero ir un poco más allá que en mi libro, donde explico el asunto de manera muy detallada, pero antes debo hacer aquí una síntesis para quienes no lo hayan leído. Cuando llega la pubertad, el cerebro de los niños se llena de testosterona, que les hace muy competitivos; para ellos, ser el mejor en algo es muy importante; a la misma edad, el cerebro de las niñas se llena de progesterona, que las incita a ampliar sus redes sociales (conocer gente); para ellas, en general, ser las mejores no es prioritario a esa edad; sí puede serlo unos años después (edad universitaria) pero, desde el estricto punto de vista del ajedrez de alta competición, ya es demasiado tarde porque el progreso deportivo entre los 12 y los 18 es crucial. Eso explicaría por qué es tan frecuente en todo el mundo que la mayoría de las niñas huyan del ajedrez cuando llegan a la pubertad. Conclusión: las mujeres están capacitadas para jugar al ajedrez como los hombres, pero en el momento clave están más interesadas en otras cosas.
Gran tensión en el equipo femenino © John Saunders
Las dirigidas por Cmilyte movilizan toda su voluntad © John Saunders
Toda esa teoría no podrá comprobarse al 100% hasta que no sepamos mucho más del cerebro humano, pero, en mi opinión, es muy lógica. Sin embargo, tengo para mí que las niñas para quienes el ajedrez ha sido una especie de lenguaje natural desde muy pequeñas sí querrán mantenerse en el mágico mundo de las 64 casillas cuando se conviertan en adolescentes. Ocurrió con las hermanas Polgar y probablemente ocurrirá, por ejemplo, con Anna Cramling-Bellón, de quien hablé en mi diario de ayer.
En los momentos decisivos, ellas se mantuvieron unidas © John Saunders
Pentala Harikrishna presiente la derrota © John Saunders
La solución sería masificar la enseñanza del ajedrez a niños y niñas por igual. Pero hay otro problema: aún son muchos los países donde regalar un juego de ajedrez a una niña es tan raro como una muñeca a un niño; si una niña ajedrecista se siente como “un bicho raro”, aislada de sus amigas, difícilmente seguirá jugando cuando llegue a la pubertad. Al final, como en tantas otras cosas, la educación y el entorno son un factor fundamental.
Las chicas disfrutan la victoria en “La Batalla de los Sexos” © Sophie Triay
El Capitán Nigel Short felicita a las ganadoras © Sophie Triay
Pero estoy seguro de que si todas las niñas del mundo vieran un vídeo bien realizado de la Batalla de los Sexos de anoche, el número de jugadoras crecería por doquier. Y habría varias en las primeras mesas del grupo magistral del Tradewise Gibraltar Open. Por cierto, voy a echar un vistazo a lo que está pasando en la sexta ronda, porque sólo quedan cinco para el final, y desde mañana escribiré más sobre deporte y menos sobre el sexo de los ángeles.
Tamara Stewart-Wilson y Viktorija Cmilyte © John Saunders
Cmilyte entrega £1,000 para la Sociedad de Neuroblastoma © Sophie Triay
Un agradecimiento especial a Leontxo García por compartir sus siempre importantes crónicas con Mundo Ajedrez. Igualmente, un agradecimiento y felicitación a John Saunders por su trabajo fotográfico. Del mismo modo, un reconocimiento a Sophie Triay por su notable producción fotográfica.
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Fotos de John Saunders
Fotos de Sophie Triay
Robert M. Cuadros
Febrero de 2014
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